domingo, 14 de noviembre de 2010

MISION

Capitulo 11:

MISIÓN


El poder le teme al amor, porque el amor no le teme a nada

Autor desconocido


Todo el resto de la noche me quede arreglando el guardarropa, lo hice lentamente, con toda la paciencia posible, preferí hacerlo así para matar el tiempo y tener en que ocuparme, lo hice tan lentamente que me llevo seis horas acabar de organizar toda mi ropa, estuve en la habitación todo el tiempo, me aburrí después de terminar de arreglar absolutamente todo y recordé que había dicho que llamaría a mis hermanos, así que busque mi celular y use marcación rápida, espere, repico dos veces y luego respondieron, por la voz pude reconocer que era Kate, al parecer esperaba mi llamada o tenia su celular a la mano.

-Hermanita, Tanya hola ¿Cómo estas? ¿Cómo te la estas pasando? ¿Y Alec? ¿Y los Vulturi? ¿Qué paso? Cuéntame todo- me quede algo sorprendida por la lluvia de preguntas que me bombardeaban, pero ya estaba acostumbrada a eso y mas viniendo de Kate, sonreí, recordando aquellos tiempos de hermandad.

-Hola Kate, bueno estoy bien, me la estoy pasando súper, Alec esta de caza, los Vulturi me recibieron muy bien y no ha pasado nada, los llamaba para saber como estaban.

-Nosotros extrañándote, pero bien, ¿y como así? ¿Cómo te recibieron los Vulturi?- en su voz pude notar que estaba muy extrañada ante tal perspectiva, yo también lo estuve al principio, aun lo estoy, pero me lo estaba llevando a la ligera, agradarle a la familia de Alec era un paso importante y algo que me había propuesto si ellos no se disponían, por suerte las cosas salieron a mi favor.

-Me recibieron muy bien, incluso la hermana de Alec es muy agradable, y Aro me recibió con los brazos abiertos, como si me esperaran.

-¿De verdad?, que bien hermana, ¿donde estas?- no entendí porque me lo pregunto.

-Hamm en el castillo de los Vulturi, ¿por?

-No por nada, solo curiosidad- se escucho un silencio medio incomodo después hablo- ay hermanita te extrañamos mucho.

-Kate, solo tengo dos días aquí.

-Lo se, no me prestes atención, a veces digo cosas incoherentes.

-Ey hermana y ¿Carmen, Eleazar y Garret?

-OH, están de caza, estoy sola, pero no te preocupes les diré que llamaste- sentí que ese era el momento para cortar la llamada, pero no quería hacerlo, quería hablar con Carmen, Eleazar y Garret, esperaría a que llegaran.
-No, hablaremos hasta que lleguen- le dije plasmando mis pensamientos en voz alta, “OK” me dijo ella, estuvimos hablando por  un rato mas de lo que estuvieron haciendo en mis dos días de ausencia, nada alarmante ni fuera de lo común, prácticamente lo mismo de siempre, yo le conté a Kate lo que había hablado con Jane, y con Aro, y del hermoso lugar que me había mostrado Alec, obviando la parte melosa que, pensé, le parecería totalmente cursi, me bastaba con que Aro lo supiera cuando leyera mis pensamientos o los de Alec.

Estuvimos hablando aproximadamente una hora, esperando a que llegara el resto del clan, ya casi para el alba Carmen y los demás hablaron conmigo.

-Hola Tanya, hermana, ¿Cómo estas?- me pregunto Carmen, su voz denotó alegría cuando supo que era yo la que llamaba.

-Hola Carmen, estoy muy bien ¿y tu?- le pregunte con verdadera curiosidad.

-Bien Tanya ¿y Alec?

-De caza, ¿y Eleazar?- quise obviar el tema para que no me preguntara, Kate se encargaría de decirle, me paso a cada uno de los chicos, me quede hablando con ellos un rato mas, pero luego tuve que cortar por falta de saldo en el celular y también porque en el momento justo Alec entro a la habitación, cuando lo vi me olvide por unos instantes que aun sostenía una conversación con mi familia, se veía totalmente deslumbrante, su piel se veía mas blanca incluso mas brillante y sus ojos brillaba con la fuerza de un rojo escarlata intenso, Alec me quedo mirando, al principio no entendí su expresión, pero luego recordé que tenia el  celular en la mano.

-Kate, hermana te quiero, adiós, hablamos después- dije, esperaba que no hubiera sonado algo apresurado y por salir del paso.

-¿Hablabas con tu hermana?- me pregunto sonriendo.

-Si, desde hace horas ya debía cortar- le dije antes de que se le ocurriera decirme algo, en ese momento recordé que desde ayer no me había cambiado de ropa, un completo descuido de mi parte, me mire, estaba impecable, pero aun así no podía permitirme estar de esa manera.

 Salí corriendo y me metí al “closet” a cambiarme, sabia que Alec me esperaría afuera, no le di mucha importancia a eso, busque muy rápidamente lo que me pondría, ya me lo había imaginado, así que fue muy fácil y ya me había memorizado donde se encontraba cada prenda, me coloque un pantalón Jean, con una blusa blanca y un cinturón en el talle y unas botas negras de un tacón alto, pero no lo suficientemente altos, todo eso lo hice en escasos cinco minutos, deje mi cabellera suelta, haciendo que mis rizos cayeran en cascada por mi espalda. Salí del imponente armario, Alec estaba sentado en el borde de la cama esperándome, estaba de espaldas a mí, así que no me había visto, cuando volteo se quedo petrificado y una sonrisa recorrió sus labios, me embriago su mirada  y le respondí automáticamente con otra sonrisa, me quede en silencio solo sonriendo, Alec se levanto de la cama y se acerco a mi.

-Eres realmente hermosa- dijo acariciando mi rostro, baje mi mirada, aun seguía sonriendo.

-Subí la mirada- que bueno que el sonrojamiento no se nota- reí y el se río conmigo, me sentí en una burbuja personal, en ella solo estábamos Alec y yo, el resto no importaba, no existía, no había espacio, ni tiempo, solo nuestro amor.

Estuvimos así unos minutos, y luego sentí unos pasos que se acercaban a la habitación, Alec no se alejo de mí, pero yo si lo hice, avanzando rápidamente a la puerta, me sorprendí un poco al ver a Jane acercándose, intente componer mi rostro lo mas que pude para que no demostrara sorpresa alguna, lo hice bastante bien al parecer, porque no pareció notar nada inusual en mi, o era muy buena actriz, se acercaba a un ritmo lento con su agraciada forma de caminar y su cara de ángel, camino hasta llegar a mi, me sonrío y miro hacia adentro buscando algo, probablemente a Alec, me hice a un lado para que lo viera, Alec estaba de frente a nosotras, mirando a Jane de un modo despectivo, pero solo por unos segundos, me imagine que la miro así por su forma tan natural de interrumpirnos, pero al mismo tiempo no podía mirar a su hermana de esa manera por eso arreglo su mirada.

-Alec, Aro necesita hablar con nosotros- dijo con voz angelical, se veía extremadamente tierna y al mismo tiempo capaz de acabar contigo en un segundo.

-¿Sobre que?- le pregunto él con naturalidad, Jane lo observo por mini segundos y luego dirigió su mirada hacia mi, entendí muy rápido la situación, era algo privado, no podía saberlo, me invadió una preocupación, ¿Por qué yo no podía enterarme?, quizás era algo referente a sus misiones, si era así, el miedo que llenaba mi ser era indescriptible, temía por mi Alec, y sabia que convencerlo no seria algo sencillo, por otra parte si no era sobre las misiones, ¿seria sobre mi?, no quería ni siquiera formar esa idea en mi cabeza, la impresión que me había llevado de los Vulturi no era esa, y no creía capaz a Aro de hacer semejante cosa ¿o si?, lo conocía desde hace muchos años y siempre nuestros encuentros nunca fueron del todo agradables, tenia muy en claro que Aro era capaz de matar, y de hacer lo que fuera necesario para conseguir lo que desea. Ese último pensamiento desbordo mi primera hipótesis y de nuevo el miedo invadió mi ser, ahora no solo temiendo por lo que pudiera sucederle a Alec sino también a mi, no precisamente porque tuviera miedo de morir sino porque no estaría con Alec y eso seria pero que la muerte mas cruel de todas. Todo esto lo pensé en tan solo segundos, observando cuidadosamente las expresiones de los dos vampiros que estaban presentes, Alec tenia una mirada cautelosa, mirando a Jane y mirándome a mi, deseaba que alguien hablara.

-Es mejor que te lo diga el mismo Aro- le dijo Jane después de un minuto.

-OK, bajare enseguida, dame unos segundos- le dijo Alec, Jane asintió y salio disparada hacia abajo, gire mi cuerpo y ya tenia a Alec frente a mi a escasos centímetros entre nosotros, lo mire y el se concentro en mis ojos, deseándome con la mirada de nuevo, en ese instante me olvide de los miedos infundidos por mi imaginación, supe que nada ni nadie era capaz de separarnos, por mas fuerte o peligrosa que sean las adversidades siempre nuestro amor podría contra todo, y eso me alegraba.

-Vendré enseguida- me dijo con una sonrisa.
-Te espero- le devolví la sonrisa, Alec salio de la habitación a un ritmo lento, al llegar al final del pasillo, corrió con su increíble velocidad escaleras abajo.

No sabía si quedarme allí como una niña buena o, hacer algo para saber sobre que iban a hablar, ninguna de las dos opciones me agradaba, no quería quedarme con la intriga, pero me parecía de muy mal gusto espiar, agregando también que espiar a un vampiro es una tarea algo difícil y más aun tratándose de los Vulturi, no decidí nada, Salí de la habitación y recorrí el mismo camino que Alec y Jane habían hecho hace unos minutos, baje las escaleras que me conducían a una especie de sala, mire hacia el sur de donde me encontraba y reconocí la puerta que conducía a la recepción, sabia que Alec no se había ido por ahí, aunque el lugar estaba hasta el tope de sus efluvios, el mas reciente conducía hacia el pasillo que tenia a mi oeste, voltee a mirar hacia allá, reconociéndolo de inmediato, ese fue el primer lugar al que había entrado la primera vez que pise el castillo de los Vulturi, el primer encuentro con ellos no fue nada agradable, fue la vez que mataron a mi madre, a mi creadora, ver ese pasillo me hacia recordar aquel momento, por eso cuando recorrí los alrededores del castillo entre a todos los lugares menos allí, pero las circunstancias me hicieron recordar aquel momento tan horrible.

Sucedió en el año 1245 para el siglo XIII, yo tenia casi 200 años de existencia, ese día estaba inusualmente soleado, aun vivíamos en Eslovaquia, nos quedamos en la casa todo el día, mis hermanas y yo esperábamos a que anocheciera para salir a cazar. Cuando se hizo la noche, Kate, Irina y yo nos fuimos y Sasha se quedo sola, volvimos después de varias horas y nuestra creadora ya no estaba, me sentí realmente devastada cuando regresamos y todo estaba destrozado, captamos los efluvios de los vampiros, pero no los reconocimos, sin embargo no tuvimos que buscarlos porque ellos nos encontraron a nosotras, nos llevaron hasta Italia, no opusimos resistencia, sabíamos que la tenían y teníamos miedo de lo que pudiera sucederle a Sasha, recordé claramente cuando entraba por esta antesala y caminaba por el pasillo oscuro y profundo que me conduciría al lugar de reuniones y ejecuciones de los Vulturi, cuando vi a Sasha allí desee llorar, llorar con todas mis fuerzas, pero mi cuerpo no me lo permitió, nuestro terrible primer encuentro con los Vulturi duro muy poco, después de que a nuestra creadora se le acusara de haber creado a un niño inmortal la decisión fue unánime, ella debía morir, si no hubiera sido porque deseaba protegernos seguramente también habríamos muerto, ver a Vasili, fue incluso mas doloroso para mi, ese pequeño niño inmortal inconsciente de lo que era o de lo que hacia, jamás pude borrar de mi mente su imagen, y la imagen que siguió después, los Vulturi destrozando el cuello del pequeño niño, y acto seguido el de mi madre, después de que nos dejaron ir, Kate, Irina y yo respetamos sus reglas sobre cualquier cosa, pero siempre quedo en mi ese rencor hacia ellos, hasta que Alec cambio eso, para mi primer encuentro él y su hermana aun no estaban con ellos.

Intente deshacer el recuerdo de mi cabeza, no quería sentirme así de nuevo, y menos estando en donde estaba, respire profundo y camine hasta la entrada del pasillo, me detuve allí, sabiendo que si avanzaba mas podrían darse cuenta de que estaba ahí, tratando de saber lo que hablaban, en ese momento decidí que si era algo sobre mi Alec me defendería y no dejaría que me hicieran nada, di media vuelta y subí rápidamente a la habitación, de nuevo, para esperar a Alec aquí, como se supone que debía ser.

Me alegre de haberlo hecho, unos minutos después Alec volvió a subir, intentando sorprenderme, abrazándome por la espalda, me voltee rápidamente y quedamos frente a frente, mirándonos a los ojos intensamente.

-Te aburriste esperándome- me pregunto con cara divertida.

Negué con la cabeza, mordiéndome el labio inferior y rozando mi nariz con la suya-no-le dije, quería preguntarle de que hablaron pero no me pareció prudente si su hermana no quería que me enterara.

-¿Quieres saber de que estábamos hablando?- me pregunto sonriendo, no se si fue que se dio cuenta o que solo deseaba contármelo.

-¿Soy tan obvia?- le dije riéndome.

-No, no lo eres, pero para mí quizá si- me dijo, acariciando un mechón de mi cabello y pasándolo detrás de mi oreja. No le dije nada, me quede callada esperando a que continuara- hablamos de mi próxima misión- me dijo después de unos segundos, mis sentidos se alarmaron, entonces no estaba tan equivocada, esa había sido mi primera teoría, un miedo terrible empezó a inundarme por dos razones, la primera; temía por Alec, lo que pudiera sucederle y la segunda; ¿Cómo lo convencería de que me dejara ir con el?, deseaba hacerlo, pero sabia que no me dejaría, debía pensar algo y pronto.

-¿Ha si?, ¿A dónde iras?- intente sonar lo mas natural posible, sin mirarlo a los ojos, sabia que si lo miraba, flaquearía y descubriría mis intensiones.

-Iré con Jane, Felix y Demetri a buscar licántropos.

Me extrañe, pero luego recordé que no era lo mismo licántropo que metamorfo, y pensé rápidamente en posibles razones para acompañarlo.

-¿Por qué iras a buscar licántropos?- quise saber.

-Cayo tiene una afición hacia ellos, por así decirlo, el punto es que desea exterminarlos a todos-me dijo, con una expresión seria en el rostro.

-¿Por qué desea matarlos?- pregunte, me lleno de curiosidad, no entendía como alguien podía actuar de esa forma.

-Hace muchos años, Cayo casi pierde una pelea con uno de ellos- solo dijo eso, entendí que no me diría nada mas, no debía hacerlo, entendí perfectamente el resto de la historia, su miedo fue tan grande que decidió acabar con todos, su rencor hacia los hijos de la luna lo provoco- pensé.

-Y…- no me atreví a continuar, había cambiado de tema y él lo sabia.

-Dime- no se aventuro a sacar conclusiones, pero me imagino que lo que pensó era lo correcto.

-Sabes que es lo que trato de decirte- no lo dije como una pregunta, lo dije como una afirmación.

-Tu me prometiste que no intentarías convencerme- me dijo al oído, rozando sus labios por mis sienes, me era muy difícil concentrarme así.

-No lo Hare, solo quiero acompañarte- cerré mis ojos aspirando su aroma embriagador.

-Lo estas haciendo, sabes que no te dejare ir, podría ser demasiado peligroso.

-Es por esa razón por la que deseo acompañarte, yo estaría aquí demasiado preocupada por ti y no deseo eso.

-Pero si vas yo no estaría concentrado, de hecho me cuesta estarlo ahora, así tan cerca de ti no puedo pensar con claridad.

Sonreí- déjame ir contigo Alec, por favor- le dije, lo mas suave que pude, y en el tono mas persuasivo.

-No me lo pidas de esa manera, me cuesta decirte que no- me dijo acariciando mis hombros hasta mi antebrazo.

-Entonces no lo hagas, no me digas que no y déjame ir contigo- le dije en el mismo tono persuasivo.

Tomo mi rostro entre sus manos, obligándome a mirarlo a los ojos, estaba indeciso entre dejarme ir o no, en cierto modo lo comprendía, pero también deseaba que el me entendiera a mi, yo no podía dejarlo ir, “solo” a una misión que era tan peligrosa, o eso me decía él, se acerco a mi, nuestros labios quedaron a escasos milímetros.

-Te amo- susurró, y acto seguido me besó, fue mas especial e intenso que los otros, como si me estuviera rogando que no intentara convencerlo, pero eso era algo imposible, ya había tomado mi decisión, e iría con el, sabia que era capaz de convencerlo, le respondí, uniendo no solo nuestros labios, sino también nuestros cuerpos, apegándome a el, enrede mis manos en su cabello castaño, perdí todo sentido de pensamiento, si antes no podía pensar con claridad, ahora no podía pensar nada, nada ni nadie, solo en ese instante, en ese momento de magia y pasión, lo amaba, con todas mis fuerzas y temía que algo le sucediera.

-Entonces iré- dije afirmando, me sentía segura de que aceptaría.

-Si- dijo rindiéndose- pero con una condición- se quedo callado esperando a que yo preguntara.

-¿Cuál?

-Haras todo lo que te diga, lo que sea, ¿me lo prometes?- me miro a los ojos, esperando una respuesta, por un instante creí que flaquearía en mi respuesta.

-Si, te lo prometo- le dije, y sonreí triunfante, o bueno casi, me pregunte a que se refería con que Hare todo lo que el diga, no lo sabia, pero esta vez si cumpliría con mi palabra.

-Y, ¿Cuándo nos iremos?- pregunte.

-En la noche- dijo él sin el mas mínimo atisbo de animo, me sentí algo culpable y un poco egoísta, pero necesitaba ir con el.

-OK, ¿y que haremos mientras esperamos?- pregunte, alejándome de él, pero solo un poco.

-Iremos a informarle a los demás que nos acompañas.

-Claro-tome su mano y lo lleve conmigo hasta la sala en la que había estado hace poco, me detuve allí, recordando que no sabía donde se encontraban, lo mire, preguntándole con la mirada, me señalo hacia el pasillo que había visto, el que me hizo recordar aquel horrible momento, en ese instante dude en pasar por ahí, Alec se dio cuenta.

-¿Qué sucede?- me pregunto dudoso, no supe si decirle lo que pensaba, o no, si éramos novios no debía ocultarle nada, pero temía por su reacción.

-Nada, solo recordaba; la primera vez que entre a este castillo- callé, sin deseos de continuar, recordarlo dos veces el mismo día no era algo apetecible.

-¿Cuándo fue?- me pregunto, alentándome a que le contara, respire profundo, esta vez sintiendo un nudo en mi garganta deseando llorar- no quieres hablar de eso ¿cierto?- me dijo al ver mi reacción.

-No es eso, es solo que, la primera vez que entre, la reunión no fue nada agradable- dije mirando al suelo.

-¿Estaba?- me pregunto, sabia a lo que se refería.

-No, fue en el año 1245, yo tenia doscientos años de vampira, y como soy cuatrocientos años mayor que tu…- me reí ante mi propio comentario, sin poder continuar la frase, Alec rió con migo.

-¿Vamos?- me pregunto señalando el pasillo y tomando mi mano, asentí, y caminamos en dirección hacia el espeluznante pasillo, el camino fue rápido y silencioso, llegamos a una enorme puerta, que reconocí, era color plateado añejo y estaba decorada, al igual que el resto del castillo, al estilo vieja Italia combinado con un arte gótico, Alec la abrió, al entrar vi las ya reconocidas sillas o mejor dicho tronos de los Vulturi, pero ellos no estaban ahí, solo se encontraban Jane, Felix y Demetri. Pude notar que Jane se sorprendió al verme allí, pensé que tal vez no le agradara la idea de que yo fuera.

-Chicos, Tanya ira con nosotros a la misión- les dijo Alec, sus rostros se debatían entre sorpresa y algo de desagrado, me sentí incomoda.

-¿Ya le avisaste a Aro?- pregunto Jane.

-Si- mintió, no supe porque, o tal vez no estaba mintiendo y Aro ya lo sabia, después de todo Alec suponía que lo convencería y también me imagine que supuso que aceptaría y se lo dijo a Aro a través de sus pensamientos.

-OK, que bien, por primera vez nos acompañara otra chica- dijo Demetri sonriendo.

-¿Y ya Tanya sabe lo que haremos?- pregunto Felix, mirándome primero a mi y luego a Alec.

-Si- respondí al instante, pero luego corregí- bueno, algo- dije ladeando la cabeza de un lado a otro.

-Le dije lo que haremos, pero no exactamente- respondió Alec- mejor dicho, no completamente.

-Dile- dijo Jane, con una media sonrisa en su rostro, parecía divertida.

-Buscaremos licántropos y los capturaremos, después Cayo decidirá que hacer con ellos, aunque claro, ya sabemos que es lo que hará- eso ultimo se lo dijo a los demás, dirigiendo su mirada hacia ellos.

-Se oye sencillo- dije en tono gracioso, pero Alec me miro, y supe que lo que dije no le pareció divertido en lo absoluto.

-Eso lo dices porque nunca has visto a un licántropo ¿verdad Tanya?- me pregunto Demetri.

-No, nunca los he visto, pero no creo que sea tan difícil ¿o si?- lo rete.

-Para mi no- dijo y se rió, y Felix también se rió con el.

Estuvimos el resto de la mañana y toda la tarde planeando estrategias, Alec hablo muy poco, lo observe varias veces y de nuevo tuve ese sentimiento de culpa y egoísmo, trate de ignorarlo, pero me costo mucho y mas aun sabiendo que provenía del ser que mas amaba.

Esperamos hasta que se hiciera la noche, mientras más se acercaba el momento mas nerviosa me ponía, pero evite a toda costa hacerlo notorio, no deseaba que se dieran  cuenta y mucho menos Alec.
Salimos del castillo, y nos dirigimos hacia el oeste, donde había un denso bosque, nos adentramos en el demasiado rápido, corriendo siempre en la misma dirección, no sabia lo que me esperaba, pero si estaba con Alec no me importaba.
Estuvimos corriendo aproximadamente por media hora sin encontrar nada inusual, veía pasar el bosque muy rápidamente, todo totalmente oscuro, aunque a nuestros ojos era igual pero en un grado mas tenue, exactamente no sabia que buscar, en la tarde Felix se encargo de describirme a los licántropos, me dijo que ran criaturas extremadamente altas, caminaban en dos patas y tenían aspecto de bestia, entre humano y lobo, mutaban con las fases de la luna, esa noche era luna llena, su rostro era una combinación que se acercaba mas a la de un animal y estaban casi completamente cubiertos de pelo, en cuanto a su aroma, era repugnante parecido al de un perro mojado o un gato mojado, combinado con otros aromas que me describió, Felix me dijo que los reconocería enseguida, -una pestilencia como esa se reconoce a kilómetros- dijo, recordarlo me hizo reír por lo bajo.

Todo estaba muy tranquilo, hasta que me llego el aroma de algo verdaderamente horrible, y no era uno, eran varios, automáticamente voltee a mirar a Alec, el me miro de igual forma y vi en su rostro el pánico, pero no por el sino por mi.

-Sepárense- dijo Jane- son mas de tres, Felix, Demetri vengan conmigo- dijo y avanzo al lado contrario de donde estábamos, antes de avanzar dijo- Alec ya sabes que hacer, el asintió y tomo mi mano.

-Ven conmigo- me dijo, y avanzamos del lado opuesto por donde se había ido Jane, corrimos hasta llegar a una zona llena de árboles, con tantas raíces a un humano le hubiera costado pasar por ahí, de nuevo detecte el aroma de dos licántropos, Felix tenia razón, eran fáciles de detectar, nos detuvimos ahí.

-¿Están aquí verdad?- le pregunte a Alec.

-Si, Tanya, vete- me dijo mirando hacia el oscuro bosque que nos rodeaba.

-Pero…- me calle a mi misma cuando volteo a verme.

-Me lo prometiste- me dijo con un tono dulce, pero a la vez frustrado, solo asentí, solté su mano, y me dispuse a girar para irme, pero divise unas sombras, parecía que corrían en círculos alrededor de nosotros, y luego escuche como crujían las raíces de los árboles sobre nuestros pies, y el aroma mucho mas cerca, eran rápidos, pero no tanto como nosotros, camine algo indecisa hacia adelante, y luego Salí disparada hacia esa la dirección en la que anteriormente había visto las sombras, no se porque lo hice. No había avanzado cinco metros de donde estaba cuando choque contra algo duro, el golpe inesperado me hizo rebotar hacía atrás, provocando que el cabello me cubriera el rostro por unos segundos lo aparte de mi cara y quede frente a frente con la imponente criatura, era tal cual me la había descrito Felix, me quede allí parada sin saber que hacer, observándolo y él a mi con ojos asesinos.

domingo, 7 de noviembre de 2010

ESTANCIA

CAPITULO 10:

ESTANCIA


Nuestras almas, como tú bien sabes y como aquí me han enseñado, siempre están en continuo movimiento y no pueden parar sino en Dios, como en su centro. En esta vida los deseos son infinitos y unos se encadenan de otros y se eslabonan y van formando una cadena que tal vez llega al cielo y tal se sume en el infierno.

Miguel de Cervantes.

Estuve con Alec hasta el medio día, luego de eso tubo que irse a ponerse al corriente los días que estuvo ausente, así que me quede sola, decidí terminar de repasar el castillo, había guardado cada espacio de el en mi memoria, pero de todos modos quise hacerlo, a Alec no le agrado la idea de dejarme sola, le pareció una completa falta de cortesía, pero yo le insistí que fuera, pues no quería causar la impresión de que me estaba apoderando de él. Me mostró una habitación que era para mi, donde podía guardar mis cosas, tenia una enorme cama que ocupaba gran parte de la misma, estaba ahí de lujo porque un vampiro no la necesitaba, sin embargo la habitación tenia todos los recursos que un humano necesitaría, al lado izquierdo de la cama había una linda mesa de noche, decorada a la vieja Italia, con una lámpara blanca encima y dos cajones, del otro lado había otra pequeña mesa de noche con otros dos cajones, la cama tenia un esquinero color azul cielo y un edredón de tonos degradados en el mismo azul, la cabecera era color madera con la misma decoración tipo vieja Italia, parecía una habitación de reyes, era muy espaciosa, había otra puerta en la misma habitación, Alec me dijo que era el closet, al principio pensé que bromeaba, pero luego recordé mi habitación en Denali, o la de Alice, y me di cuenta de que hablaba en serio. La abrí; era incluso mas grande que la propia habitación, verla me puso a pensar-¿será que todos los vampiros tiene una obsesión con los closets enormes y la ropa?- pensé, tal vez era posible, o quizá solo era así porque la habían preparado para mi, tal vez Aro supo desde un principio que yo me quedaría en Volterra con Alec, porque lo vio en sus pensamientos, o fue una increíble coincidencia.
Me debatí entre arreglar mi ropa o no, por un lado quería hacerlo para ocupar el tiempo, pero por el otro temía asentarme y que no funcionara, decidí dejarlo para mas tarde, me pare frente al enorme espejo que había dentro del closet, tenia buen aspecto, pero aun así decidí darme un pequeño baño y cambiarme de ropa, dado el lugar, después de mis minutos rápidos en el baño, me coloque una blusa medio orgada con mangas hasta el codo color lila, y un pantalón Jean con unos zapatos deportivos, quería parecer muy sencilla, por suerte tenia ese tipo de vestuario en mi colección, el lugar lo ameritaba, deje caer mis rizos por mi espalda, y salí a reexplorar.

Camine por los pasillos de arriba y de abajo, esperando no tropezarme con algún Vulturi que no supiera de mi estancia en el lugar y me viera con ojos asesinos, los únicos que sabían que yo estaría allí hasta los momentos era Santiago, Jane, Demetri y Felix aparte de las esposas y Aro, Marco y Cayo, sabia perfectamente que se encargarían de difundirlo, y, conociendo a Aro, seguro haría algún tipo de presentación para aquellos vampiros que aun no me conocieran.
Estaba caminando cerca de los alrededores en los que Alec me dijo que los humanos pasaban, esa era la forma en como ellos se alimentaban, sabía que al venirme a vivir aquí tendría que ver o escuchar los gritos de terror de las indefensas personas victimas de su inesperado destino, pero no me importo, en algún momento yo lo hacía, además era parte de nuestra naturaleza y yo no podía juzgarlos por eso, pero eso sí, no estaría cerca cuando sucediera porque aunque tenia muchos años de practica y abstinencia nunca se sabe cuando la debilidad pueda ser mas fuerte, y no quería vivir sintiendo culpa de nuevo, en esos momentos estaría de caza, cazando animales, como era mi costumbre, no conocía la fauna de Italia, pero ya aprendería, les pediría referencia.

Casi al llegar al final del imponente pasillo, sentí unos pasos, casi como si volaran en el aire, no los reconocí, pero si reconocí el rostro que vi cuando giro para rehacer el camino que yo había hecho, era Jane, tan pequeña y grácil como parecía siempre, con su mirada amenazante, ojos rojos escarlata, pero al mismo tiempo absolutamente hermosa, me miro y se detuvo en la mitad de su camino iniciado, yo seguí caminado hasta llegar a ella y me detuve, ahora estando un poco mas cerca note que yo era notablemente mas alta que ella, le sonreí e hice amago para que pasara, pero ella no lo hizo.

-Quiero hablar contigo Tanya- me dijo con voz modesta.

-Si claro dime-le respondí con amabilidad, aunque yo me imaginaba de lo que era.

-¿Qué intenciones tienes con mi hermano?- dijo acusándome, estaba a la defensiva de nuevo, pero aun así se veía gentil, a mi parecer se estaba esforzando demasiado en no ser descortés o amenazante conmigo.

-Lo amo Jane, no se como ni cuando pasó, solo se que lo quiero, y mucho, lo único que deseo es estar a su lado- Le respondí con verdadera sinceridad, denotando en mis ojos que era cierto, lo decía mas con el corazón que con la mente.
Jane se quedo callada por unos segundos luego agregó:

-Me caes bien sabes, a mi hermano pareces gustarle demasiado y creo que me estas diciendo la verdad.

Le sonreí- Gracias Jane, tu también eres muy agradable, espero que podamos ser amigas.

-Por supuesto, ahora si me disculpas tengo que continuar- dijo, y posteriormente continuo su camino, deshaciendo los pasos que yo había hecho, Jane parecía ser una persona agradable una vez se llega a conocer, y creo que tuve suerte de caerle bien, no fue una charla muy larga, pero me basto para saber que si podíamos llegar a ser buenas amigas.

Por suerte aparte de Jane no me tope con ningún Vulturi, no sabia si era porque no estaban allí o porque yo me había metido a lugares prohibidos, esperaba fuera la primera opción y no la segunda, en fin, estuve por ahí hasta ya  bien entrada la tarde, cuando Alec fue a buscarme para estar juntos, me dijo que Aro le había concedió el no tener misiones por hoy y mañana para que estuviera conmigo.

-¿Dónde están todos los Vulturi?- le pregunte a Alec.

-La verdad no lo se, deben de andar por ahí- me dijo en tono despreocupado.

-Estuve rondando el castillo y solo me encontré a tu hermana, tengo la impresión de que seremos buenas amigas.

Alec sonrío- te lo dije, ella es agradable cuando se tiene la oportunidad de conocerla.

Cambie de tema-¿Dónde queda tu lugar especial?- pregunte guiñándole un ojo.

-Es sorpresa, no te diré, lo veras por ti misma- sonaba divertido, realmente encantado de que fuera con él.

-Lo espero con ansias.

-Partamos ya- extendió su mano para que la tomara, como la primera vez, me perdí en sus enormes ojos escarlata, profundos y misteriosos, completamente llenos de felicidad, noté que yo represente un enorme cambio en su vida, un cambio bueno, estaba segura de que su expresión no era la misma antes de conocerme, cuando me miraba de esa forma me sentía en el cielo, si es que hay un lugar para mi allí, era un momento en el que nos conectábamos, deseándonos con la mirada, extendí mi mano en un acto involuntario, aun seguía viéndolo a los ojos, tuve que dejar de mirarlo para poder caminar, y además parpadear varias veces para poder reaccionar. Salimos del castillo hacia la parte norte, caminamos a un ritmo normal, ya que el sitio estaba algo concurrido de gente, llegamos al inicio de una autopista que tenia a los lados bosques, cruzamos muy rápidamente de un extremo de la calle a otro, tan rápido que al ojo humano le era imposible verlo, esta vez si corrimos por entre los árboles, hacia el este, nos fuimos alejando cada vez mas del ruido de los autos, y de la ciudad, por así decirlo, Alec se desvío, esta vez hacia el norte, el paisaje pasaba muy rápido a mi vista, aun así podía notar cada pequeño movimiento de los animales que se encontraban cerca, cada respiración, cada palpitar, se alejaban de nosotros, con esa corazonada de peligro.

Llegamos a un enorme claro, era muy hermoso, el suelo estaba totalmente cubierto de flores michelangelo amarillas, y casi en el medio del lugar había un enorme árbol de roble, el lugar era de ensueño, espectacular para una película, me quede admirando unos minutos, asombrada de la belleza de la naturaleza, Alec tomo mi mano, lo mire y me señalo que mirara al cielo, gire mi cabeza y vi otro hermoso espectáculo, el cielo estaba cubierto de estrellas, desde ahí también se podían ver las constelaciones.

-Es…muy hermoso- no encontraba palabras para describir el lugar en el que me hallaba.

-Desde aquí también se pueden ver las estrellas, las mismas constelaciones- no lo miraba, pero sabia que estaba sonriendo.

-Si, se ve demasiado hermoso, el lugar es increíble, ¿Cuándo lo encontraste?- le pregunte aun maravillada.

-Un día que andaba por ahí, y lo encontré, vengo aquí cuando quiero estar solo, pensar.

Me quede callada, quería disfrutar el momento, vi que Alec se sentaba cerca del árbol, hizo un amago para que lo siguiera, camine hasta él, me senté en el suelo, que estaba menos lleno de flores, a causa de las raíces del árbol, no sobresalían mucho pero si lo suficiente como para sentarse en ellas, sin embargo me senté entre las raíces y no sobre las mismas, a diferencia de Alec que se sentó sobre una de ellas, quedando un poco mas alto que yo, mire hacia arriba para observar la imponente copa que se situaba encima de nosotros, el árbol era muy alto y algo viejo, como de unos quinientos años, lo supe por los anillos de la madera, resguardada allí no podía ver directamente las estrellas.

Estuvimos en silencio varios minutos, tenia tantas preguntas que hacerle, pero temía preguntárselas, mi inseguridad era algo que estaba empezando a sacar de quicio, no podía permitirme sentirme así, siempre había sido una vampira segura y decidida en lo que quería, pero ahora mis sentimientos eran totalmente contrarios, y no encontraba la explicación.

Me decidí a preguntar- ¿tu sales mucho de misión?- le pregunte sin mirarlo a la cara, tenia la vista fija en las flores.
Empezó a juguetear con un mechón de mi cabello.

-A veces, pero no tienes que preocuparte por eso.

-Lo se, además puedo ir contigo- le dije como por casualidad, recordando claramente que el me había dicho, o mas bien me había prohibido que le dijera que lo acompañaría a alguna de sus misiones.

Giro su rostro, tenia la cara seria, pero aun así llena de ternura, sentí su mirada clavada en mí, y no tuve mas remedio que voltear, en su mirada note la agonía que le causaba la sola idea de que fuera con él.

-¿Por qué no?- le pregunte, sabiendo que no me respondería a menos de que yo hablara.

-Porque no me arriesgare a que te suceda algo.

-No tiene porque sucederme algo, estaré contigo, además tu me dijiste que siempre van contigo Jane, Felix y Demetri, no me pasaría nada y yo puedo defenderme.

-No dudo en que puedas defenderte, pero igual no- suspiro, y volvió a mirarme intensamente, habría hecho lo que fuera que me pidiera, pero yo no me iba a quedar con esa, así como el tenia sus tácticas, yo tenia las mías, y estaba segura de que podía convencerlo de que me dejara ir, por lo menos a una de sus misiones.

Alec arranco una de las flores que estaban en el suelo, de entre todas esa flor era más hermosa que las otras, no supe porque, pero se veía más amarilla, más abierta, y más colosal que las otras, la observo por unos instantes, y luego se bajo de la raíz para quedar a mi misma altura, acaricio mi rostro con la flor, pasándolo por mi frente, mis sienes, mis pómulos y mi cuello, cerré los ojos, sintiendo una especie de cosquilleo por mi cuerpo-imaginario-, después abrí los ojos y lo tenia enfrente de mi, interpuso la flor entre nuestros labios, y me observo penetrando en mis ojos y sumergiéndose en ellos, luego bajo la flor hasta mi mentón, dejando libre el escaso espacio entre nuestros labios, me sentía sumisa, enamorada, muy enamorada, cada minuto que pasaba, lo sentía como un segundo, que el tiempo se nos iba volando, pero eso no sucedería, porque estaríamos juntos para siempre, por toda la eternidad, eso quería pensar yo, y esperaba que fuera así.

-Tienes unos hermosos ojos, cualquier vampiro desearía tenerlos- aun seguía mirándome fijamente, y demasiado cerca de mi.

-Cualquier vampiro puede tenerlos- lo mire con ojos expectativos.

-Lo se, pero no todos tienen esa increíble fuerza de voluntad.

-Se adquiere con los años, no es algo que se de de un día para otro, al principio me costo mucho, pero después me acostumbre- recordé entonces a Carlisle, una gran persona, con una increíble fuerza, el era como mi ejemplo a seguir, lo admiraba mucho.

Alec se levanto y extendió su mano para que la tomara, me llevo hasta afuera del árbol e hizo amago para que me acostara junto a él a observar las estrellas.

-Si alguna vez llegáramos a separarnos, quiero que mires las estrellas, y pienses que estaremos viendo el mismo cielo, y que aunque estemos lejos, siempre nos amaremos.

-Que cursi suenas, pero me gusta- hice una pequeña pausa- te lo prometo, pero espero que no nos separemos nunca.

-Tu haces sacar el lado mas dulce de mi, por eso sueno tan cursi.

Reí por lo bajo- así me gustas mas- dije sonriendo- ¿eras diferente antes de conocerme?

-Si te soy sincero, sí- hizo una pausa y después dijo: era mas frío, y menos dulce, me sorprendió como me hiciste cambiar tan radicalmente en tan poco tiempo.

-El amor cambia vidas, ¿no lo has escuchado?- me reí de mi comentario, pero no porque causara gracia.

Alec también se río por lo bajo- Si, pero no lo había experimentado.

Mire al firmamento, encontré varias constelaciones, como la de leo, la de capricornio y hasta vi una nebulosa, muy a lo lejos, estaba buscando mi constelación favorita, nuestra constelación, porque también era la de Alec, él la encontró primero que yo.

-Ahí esta lo que buscas- dijo señalándola.

-¿Cómo lo supiste?

-No se, creo que es como si nuestras emociones estuvieran conectadas, o es que tengo un don que no conocía, porque puedo sentir tus emociones.

-La primera teoría es mas acertada- sonreí ante la perspectiva de que el sintiera lo mismo que yo.

Me quede observando la constelación, deseando que ese momento no acabara nunca, estar a su lado era como estar en el cielo para mi.


-¿Tu crees?- me pregunto después de unos minutos, gire mi cara para poder mirarlo, el tenia sus ojos clavados en mi.

-Si, así me siento yo- él sonrío, y se quedo mirándome un rato más, había perdido la noción del tiempo, pero después de un rato me di cuenta que faltaba poco para el amanecer, sin embargo yo sabia que podíamos quedarnos allí un tiempo más.

Nos levantamos y nos metimos debajo del árbol  cuando empezaron a caer los primeros rayos del sol, nos iba a costar regresar porque toda la carretera estaba iluminada y aunque fuéramos muy rápido, siempre los destellos nos delataban, así que decidimos quedarnos hasta que el sol se hubiera disipado.

-¿Tienes sed?- me pregunto.

De nuevo no me había percatado de mi sed, cuando estaba con Alec todo a mi alrededor lo olvidaba, y ese ardor punzante en la garganta me parecía insignificante, pero cada vez que lo recordaba esa llama de fuego recorría mi garganta torturándome y llenando mi boca de ponzoña.

-Si, tengo mucha sed la verdad, ¿Dónde puedo cazar por aquí?

Alec río- no se, yo no cazo animales.

-pero debes conocer la fauna de aquí ¿o no?- lo mire enarcando una ceja, con cara divertida.

-Si, ven conmigo- dijo e hizo que lo siguiera. No nos alejamos mucho de donde estábamos, el lugar estaba lleno de animales, muchos nada provocativos, pero con la sed que llevaba no me importo, case varios lobos después de 4 me satisfació, esta vez procure concentrarme y no dejar que destrozaran mi ropa como la ultima vez, tenia tanta sed que esta vez no succione su sangre como siempre hago, lo hice rápido partiéndoles el cuello para matarlos y que no sufrieran tanto. Alec estuvo observándome todo el tiempo desde la distancia, me pregunte como vería el a sus ojos mi tipo de alimentación,  como me vería yo cazando a estos animales. Cuando cazaba dejaba salir todo mi instinto.

Después de terminar de cazar Alec se acerco a mi, disimuladamente me mire para verificar que no estuviera sucia, por suerte no lo estaba, ni una sola mancha de sangre, ni el mas mínimo rasguño a la ropa, una caza perfecta, lo había hecho muchas veces, pero nunca con publico, exceptuando la ultima vez que fui de caza en Denali, él también me había observado y gracias a mi manojo de nervios lo hice muy mal.

-Cada vez que te veo cazar me sorprendo- hizo una pausa para sonreír y después dijo: es impresionante como lo haces.

Reí-¿en serio, por qué?

-No lo se es peculiar, ¿así cazabas humanos?

-Habitualmente no cazo animales así, es que tenia mucha sed, por eso esa forma rápida- evadí la pregunta respondiéndole indirectamente.

-Entonces no lo hacías- lo dijo más como una afirmación que como una pregunta.

-No- sonreí- y tú ¿como cazas humanos?

Alec se río y enarco una ceja- Hamm pues…- no continuo pero siguió riéndose, yo ya sabia porque no quería decirme, en cambio me reí con el.

Eran aproximadamente las once de la mañana, tenía exactamente una noche y media mañana en Italia, pero sentí que habían sido años y meses, como si los conociera de toda mi vida, la bienvenida que recibí no era la que me esperaba, pero me gusto más esta que la que imaginaba, en todo este tiempo no había pensado ni un segundo en Denali o en mis hermanas, en mi clan, y la verdad no me sentí culpable, Alec ocupaba todos mis pensamientos, lo demás no tenia importancia para mi, pero debía llamar a mis hermanas o se molestarían conmigo, decidí hacerlo cuando llegara al castillo de Volterra, siendo tan temprano no podíamos volver, así que estuvimos caminando todo el día por los bosques, mostrándome hermosos lugares que conocía, estuvimos hablando de muchas cosas, menos de algo que yo quería saber.

En todo el trayecto de regreso al castillo estuve pensando en esas dos cosas que me tenían llena de curiosidad e intriga:
La primera, ¿Cómo serian las misiones de Alec? ¿Cómo Hare para convencerlo de que me deje ir? Y la segunda, ¿Cómo abra sido la vida amorosa de Alec antes de mi?, no me atreví a plantearle ninguna de esas preguntas, no tenia el valor para hacerlo, en especial la ultima, no porque temiera la respuesta, sino porque me daba mucha pena hacerlo, pero igual el sentimiento de curiosidad seguía presente, rondándome la mente, estaba segura de que seguiría así hasta que le preguntara, pero también estaba segura de que no le preguntaría, …¿o si?, no me creía capaz… ¿o si?, no quería responderme.

-¿Por qué tan callada mi amor?- me pregunto Alec después de un rato, nos detuvimos mucho antes de llegar, en el mismo lugar al que habíamos ido al principio.

-Solo pensaba- le dije para evadirlo, pero era bastante obvio que el me preguntaría sobre que.

-¿Y en que?- me pregunto sonriendo, de nuevo yo como medio tonta no sabia que decirle, no le diría realmente lo que pensaba y no sabia que inventarme,  me miraba de tal forma, que me costo mucho no decirle la verdad.

-En nada, solo pensé en mis hermanas- me arrepentí al instante de haber dicho eso, Alec pensaría que extrañaba a mi clan, y no quería eso.

-¿Los extrañas?- y mis pensamientos estaban en lo correcto. Me quede callada por varios segundos sin saber que responderle.

-No, o si, es que…- no continúe, no sabia que decirle, el me envolvió en sus brazos, haciendo que colocara mi cabeza en su pecho y empezó a acariciarme el cabello.

-Esto era lo que no quería que pasara, ¿me entiendes ahora?
No lo mire, cerré mis ojos y me quede quieta en su abrazo- Estoy bien, de verdad, claro que los extraño, pero me siento bien aquí contigo, solo pensaba en llamarlos cuando llegáramos al castillo- decidí decirle parte de la verdad, porque si planeaba llamarlos.

-¿De verdad, no me lo dices solo para que no me sienta mal conmigo mismo?

-No, en serio, no te sientas mal, sabes que es mi decisión tu no me obligaste- esta vez si lo mire, me perdí en sus ojos de nuevo, como si fuera la primera vez, en realidad así me paso la primera vez.

-OK, mi Tanya- sonrío, y sentí que me derretí, adoraba su sonrisa.

-Me gusta como suena eso- le sonreí yo también, estábamos de frente a frente muy cerca sentía su aliento en mi cara, tenia deseos de besarlo, pero no podía porque el me tenia atrapada en sus brazos impidiendo que me moviera, de todas maneras el lo hizo por mi uniendo sus labios con los míos, besándome con pasión,  el resto de mis pensamientos se volvieron difusos y lejanos, en mi mente solo estaba él y yo, mas nada, logre zafarme y envolví su cuello con mis brazos, aun seguíamos besándonos, sumiéndonos en nosotros y olvidando el resto del mundo.

-Te amo- me dijo, teníamos las cabezas recostadas una contra otra, uniendo frente con frente, uno de los momentos mas mágicos de mi existencia, desee quedarme así con el para siempre, pero lamentablemente ya estaba atardeciendo y debíamos regresar al castillo.

-Yo también te amo- hice una pausa y después continúe-debemos volver, ¿no?- lo que dije que me costo mucho trabajo, no tenia ganas de volver.

-No quiero volver- dijo negando con la cabeza.

-Yo tampoco, pero no le quiero dar una mala impresión a Aro y a los demás- reí ante mi comentario y él también.

-No lo harás, pero tienes razón tenemos que volver ya- pude notar en su voz que le costaba decirlo tanto como a mi, al final tuvimos que hacerlo, rehicimos el camino de la noche anterior, pasando por la carretera y por el sitio concurrido de personas, cuando pasábamos por ahí tuve la leve sensación de que a Alec se le veían muy apetitosos, no lo sabia con certeza pero desde que había ido a Denali, y desde que estamos en Volterra no lo había visto alimentarse, o por lo menos no lo había escuchado decir que tenia sed.

-Mi amor, ¿no te has alimentado verdad?- le pregunte cuando llegamos al castillo.

-¿Por qué lo preguntas?- me miro con cara de extrañado, pero la verdad me extrañe mas yo con su respuesta-pregunta, pensé bien mi respuesta.

-Porque tengo la impresión de que tienes sed- lo mire fijamente, mientras entrábamos a la sala principal de los Vulturi, en ella estaban Aro, Jane y Cayo, que estaban escuchando lo que decíamos desde ante de entrar, al parecer nos estaban esperando.

Aro hablo antes de que Alec lo hiciera- Al fin llegaron, los estábamos esperando, Alec, ¿tienes sed?- lo dijo mirando fijamente a Alec, sin reparar su mirada en mi en ningún momento, a mi percepción parecía algo molesto, la razón la desconocía.

-Si, algo, pero…-no termino de hablar, Aro lo silencio levantando la mano.

-Pero nada, ve con tu hermana- hizo un gesto con la cabeza indicándole a Jane que fuera con él, y dejándome a mi sola, el momento iba a hacer de verdad incomodo, porque no tenia ningún tema de conversación con los Vulturi.

-Si, maestro- dijo dirigiéndose a Aro, y luego me miro a mi- volveré pronto- dijo y me eso en la frente, yo me limite a sonreírle y mirar como se iba con su hermana.
Después de irse, me quede sola con Aro y Cayo, me quede callada sin saber que decirle, me sentía como niñita regañada, o como una chica que va a la casa de los padres de su novio y se tiene que quedar sola con ellos mientras el novio va a hacer algo, no sabia si irme a la habitación o quedarme allí, opte por esperar a ver si me decían algo.
Los observe por escasos segundos y me despedí con la mano, Salí disparada hacia la habitación, dando gracias de que el momento incomodo acabara.

Arriba, empecé a deshacer mis maletas, esta vez sin ningún miedo, estaba segura de que Alec y yo estaríamos juntos, siempre.