EL
FINAL DEL PRINCIPIO
No podía dejar de
sonreír, si mi corazón hubiera podido latir, lo habría hecho de tal forma que
sería capaz de salirse de mi pecho, no podía creer que Alec estuviera
pidiéndome matrimonio, era como un sueño, un hermoso sueño del que no quería
despertar.
-¡Sí!- casi grité-
¡Claro que sí!- sonreí y lo abracé con fuerza, arrodillándome junto a él. Alec
me abrazó y enterró su rostro en mi cabello, se separó un poco de mí y tomó mi
rostro entre sus manos.
-Te amo, no sabes lo
feliz que me haces- dijo en un suspiro y levantó el anillo que traía en las
manos, era un anillo plateado con un pequeño diamante en el centro, sencillo,
pero hermoso, sin decir palabra tomó mi mano y me lo colocó lentamente en el
dedo índice- voy a amarte por siempre.
-Y yo te amaré a ti- le
dije y lo besé, lo besé con pasión y dulzura, llena de felicidad. Nos
recostamos en la manta roja que había traído, abrazándonos.
-¿Cuándo quieres que
sea la boda?- me preguntó mientras miraba las estrellas, yo solo podía contemplarlo
a él.
-Mañana mismo si es
posible- dije soltando una risita nerviosa, él volteó a mirarme, me sonrió y
giró su rostro de nuevo a las estrellas.
-No creo que se pueda
planear tan rápido, pero en una semana quizás- apoyé mi codo en el suelo para
recostar mi cabeza sobre la mano y poder mirarlo mejor.
-Tenemos toda la
eternidad, pero si deseo que sea pronto- lo único que quería era estar con él
para siempre. Me subí sobre su cuerpo y lo miré de frente, él acariciaba mis
brazos mirando mis ojos.
-¿Qué hice para
merecerte? Eres perfecta.
-No soy perfecta- le
dije bajando la mirada, él tomó mi mentón haciendo que no dejara de mirarlo.
-Para mi si lo eres- se
levantó tomandome en sus brazos y volvió a besarme, esta vez su beso fue mucho
más intenso, más pasional, enredó sus dedos en mi cabello apegándome a su
cuerpo, yo lo abracé suavemente y me dejé llevar por el momento, nos recostamos
entre las flores de aquel prado, Alec empezó a acariciar mi cuerpo y para mi
cada caricia era una enorme punzada de placer, allí entre las flores, en
nuestro lugar especial, hicimos el amor de nuevo.
Estuvimos toda la noche
y parte de la mañana en el prado, la mayor parte del tiempo no hablamos
demasiado, habíamos descubierto una nueva forma de amarnos en silencio, una
forma de amarnos en carne que llenaba todo nuestro ser de infinita pasión.
Para el medio día ambos
sabíamos que debíamos volver, Aro llamaba todo el tiempo a Alec y era necesario
que no nos perdiéramos de las cercanías del castillo por mucho tiempo, pero
ninguno de los dos deseaba volver.
-Tenemos que ir, mi
amor- empecé a decirle.
-Lo sé, pero no quiero-
dijo acariciando mi rostro.
-¿Cómo crees que se
tome Aro la noticia?- le pregunté dudosa, una cosa era ser novios, pero
¿casarnos?, conocía muy bien aquella historia de Aro asesinando a una de las
esposas para que Marco no se fuera.
-Espero que bien- dijo
él con rapidez, sabía que tenía miedo, igual que yo.
-¿Y si no es así?
-No quiero pensar en
eso mi amor, espero que siga tan comprensivo como ha estado hasta los momentos.
No dijimos nada más
sobre el tema, a regañadientes nos vestimos y volvimos al castillo de los
vulturi. Pensaba en cómo darle la noticia a mi clan, y en la propuesta que
tenía que hacerles yo a ellos para que se vinieran a vivir conmigo a Italia,
pensaba que no necesariamente debían vivir en el castillo, tendríamos nuestro
hogar en otro sitio y yo podría estar mucho más cerca de ellos, visitarlos.
Aunque no estaba segura de si aceptarían, pues lo que les estaba pidiendo era
que abandonaran todo allá para quedarse conmigo acá. No los culpaba si no
deseaban hacerlo, pero al menos podía intentarlo. Si no aceptaban no tenía idea
de lo que haría.
Otra vez tuve que
llamar a mi clan, por suerte para mi, se habían quedado en un hotel y todavía
no habían partido a Denali, la sorpresa de Kate cuando le dije que Alec me
había propuesto matrimonio fue algo que deseé ver en persona, me rogó dejarla
venir de nuevo al castillo para abrazarme y felicitarme, igual que todo el
clan, pero le dije que no vinieran aún, no hasta que Aro estuviera enterado y
de acuerdo.
Alargar la noticia era
inevitable, él se enteraría más temprano que tarde al ver los recuerdos de
Alec, así que ambos decidimos que se lo diríamos en persona, sin mostrarle los
recuerdos del momento, pues a los dos nos avergonzaba que Aro viera nuestras
“escenas románticas”.
-Mi señor, tenemos algo
que decirle- empezó Alec cuando nos acercamos al trono de los líderes vulturi,
Cayo y Marco también estaban ahí, me daba mucho miedo la reacción que pudiera
tener Aro.
-Dime- le dijo él con
un tono más siniestro de lo que me habría gustado.
-Tanya y yo nos vamos a
casar- dijo Alec sonriendo, con demasiado entusiasmo en cada una de sus
palabras, Aro abrió los ojos, se acomodó en la silla y luego se levantó, no dijo
absolutamente nada, miró a los otros dos que lo miraban con la duda reflejada
en sus rostros.
-¡Qué noticia!- dijo al
final, la tensión se podía cortar fácilmente con un cuchillo, sentía la
necesidad de informarle a Aro que no planeaba alejar a Alec de su clan ni mucho
menos haría que dejara la guardia Vulturi, pero en vez de decir algo me quedé
callada- Me alegro por ustedes- ¿era en serio?
-Muchas gracias, señor-
le dijo Alec, quien también parecía algo confundido, Marco y Cayo miraron a Aro
con ojos atónitos.
-Espero que esto no
signifique que te irás, Alec- la amenaza en sus palabras me dejó claro que el
viejo Aro, aquel interesado solo en el poder seguía allí, nunca se había ido,
solo trataba de esconderlo por alguna razón que desconocía.
-No mi señor- le
respondió Alec.
-Entonces, Tanya, ¿te
unirás al clan Vulturi?- preguntó dirigiéndose a mí.
-No exactamente- dije e
hice una pausa, esperando su reacción, no se inmutó- le pediré a mi clan que se
mude a Italia, así estaré cerca de Alec y con ellos- Aro pareció decepcionado,
no podía creer que quería que me uniera al clan Vulturi.
-De todas formas serás
una Vulturi- dijo Marco quien había estado callado hasta el momento.
-Lo sé, pero no puedo
abandonar a mi clan.
-Aceptaré su unión-
dijo finalmente Aro, quise suspirar de alivio, pero Aro no había terminado de
hablar- pero, Alec- dirigió su mirada a mi futuro esposo- No puedes dejar la
guardia Vulturi.
-No lo haré, señor,
sabe que tiene mi lealtad- dijo él inclinándose, no sabía qué hacer, no me
gustaba que la lealtad de Alec hacia Aro fuera de esa forma, no porque deseara
alejarlo de ellos, sino porque temía por lo que Aro era capaz de ordenarle.
Nos retiramos de ahí
después de eso, me sentía feliz y al mismo tiempo todavía tenía ese miedo
porque Aro pudiera separarnos.
-¿Crees que Aro en
realidad lo aceptó?- le pregunté a Alec cuando estuvimos en la habitación.
-Creo que tiene miedo
de que deje la guardia.
-¿Lo harías?- Alec se
quedó callado, ese silencio lo dijo todo, se acercó a mí y acarició mi rostro
lentamente con sus dedos, cerré mis ojos y le sonreí.
-Solo quiero estar
contigo para siempre- en ese momento supe que Alec sería capaz de todo por mí,
incluso dejar la guardia Vulturi, eso me hacía sentir feliz pero insegura,
sabía que Aro no dejaría ir un don tan valioso como el de Alec. Nos sumimos en
un beso intenso, lleno de amor y pasión, lo abracé y él tomó mi cintura, tuve
que hacer un gran esfuerzo para separarme.
-Te amo- le susurré.
-Y yo te amo a ti mi
Tanya.
Estuvimos un mes
planeando la boda, al principio no quería nada por lo alto, pero mi hermana y
Alice se rehusaron a que pasara “por debajo de la mesa”, los Cullen no tardaron
en regresar por tercera vez en menos de un año a Italia para mi boda. Alice se
había venido varias semanas antes que los demás para ayudarme a planearla.
Para sorpresa de todos
Jane se había ofrecido a ayudar y parecía encantada con la idea de nuestro
matrimonio. Felix y Dimitri también estaban muy emocionados con la idea, aunque
fastidiaron a Alec por varios días con sus pequeñas bromas.
-Hermana no puedo creer
que por fin te vayas a casar- me dijo Kate mientras adornábamos el castillo,
nos casaríamos en el salón de fiestas, el lugar donde nos habíamos conocido.
-Yo tampoco lo puedo
creer- le dije bromeando, aún faltaban 5 días para el matrimonio y todavía no
había tenido el valor para decirles a mi clan que se vinieran a vivir conmigo a
Italia.
-Kate, tengo algo que
decirte- empecé, tenía que tomar valor para hacerlo.
-Dime Tanya.
-Necesito hablar con
todo el clan en realidad.
-Vamos por ellos
entonces- el resto de mi clan se encontraba hospedado en la casa de Carlisle
que muy amablemente había ofrecido mientras estaban aquí. Ese día no había sol,
se encontraba nublado y podíamos salir sin miedo a exponernos. No tardamos
mucho en llegar a la casa de Carlisle, todo el clan me saludó cuando llegué.
-Hermana, pensé que
estabas planeando tu despedida de soltera- dijo Garret soltando una carcajada,
me alegraba saber que me tenía la suficiente confianza como para llamarme hermana.
-Sí, pero necesito
hablar algo con ustedes- dije en tono serio, todos intercambiaron miradas,
debieron suponer a dónde me dirigía.
-Dinos Tanya- me animó
Eleazar, me senté en una de las sillas y ellos me imitaron, tomé aire y empecé.
-Bien, como saben, voy
a casarme y saben que me enamoré de Alec, realmente lo amo con toda mi alma, si
es que aún la tengo- reí pero ellos no lo hicieron, continué- pero, también los
amo a ustedes, ustedes son mi familia, son todo para mí, y no deseo
abandonarlos o dejar el clan.
-Tampoco deseamos eso
hermana- me dijo Carmen.
-La cosa es que quiero
pedirles algo, creo que es una solución para poder estar todos juntos… vengan a
Italia conmigo, es decir, quédense aquí, a vivir- solté apresurada, si tuviera
un corazón seguramente latiría acelerado, me pareció que tardaron horas en
responder, pero en realidad solo fueron segundos, el primero en hablar fue
Eleazar.
-Tanya, sabes que me
fui de aquí para alejarme de los Vulturi, pero si lo haría por ti.
-Hermana yo solo quiero
que estemos siempre juntas- me dijo Kate.
-Si Eleazar está de
acuerdo yo también, además no quiero que este clan se separé- declaró Carmen.
-A donde vayas, yo te
sigo- le dijo Garret a Kate- cuenta conmigo Tanya- dijo mirándome a mí, les
sonreí, no podía creer que lo aceptaran, fue un sueño hecho realidad para mi,
solo pude abrazarlos, nos reunimos en un caluroso abrazo grupal que duró varios
minutos.
-Gracias, de verdad,
los amo- dije sin poder contener mi felicidad.
Los días transcurrieron
sin ninguna novedad, mi hermana Kate y Eleazar se habían encargado de empezar a
realizar los trámites para mudarse a Italia lo más pronto posible, viviríamos
cerca del castillo así yo podría estar con mi clan y con Alec sin ningún
problema.
Alec estaba tan feliz
como yo por la noticia- Me alegro de que hayan aceptado- dijo mientras me
sonreía.
-Yo igual.
El día tan ansiado
llegó. No había visto a Alec desde la noche anterior pues Alice había insistido
en que no debía verme hasta que estuviéramos en el altar, pero yo me moría de
ganas de verlo. No sabía dónde estaba pero decidí escaparme de Alice mientras
estaba distraída atendiendo a su familia, los Cullen, que por fin, habían
llegado.
Me imaginé que se
encontraba en el techo del castillo, podía sentir su aroma y era reciente, lo
seguí hasta el lugar que me había mostrado la primera vez que había estado allí
oficialmente con él. Se encontraba mirando al horizonte, sabía que se había
dado cuenta de mi presencia, pero aun así no se dio la vuelta. Lo abracé por la
espalda.
-Hola mi futuro esposo-
le susurré al oído.
-No debo verte hasta la
boda, ¿lo olvidas?- dijo entre risas.
-Cierra los ojos
entonces- le dije, él se dio la vuelta con los ojos cerrados, acarició mi
silueta hasta la cintura y me abrazó.
-Te amo- me susurró al
oído.
-Te amo- le dije yo,
tomé su rostro entre mis manos y lo besé, lo besé con una ternura que jamás
creí posible en mi, él sonrió en mis labios y abrió los ojos por fin.
-Me muero por que ya
seas mi esposa.
-Entonces vamos- le
tomé la mano y ambos caminamos hasta la habitación, nos despedimos con otro
beso y nos miramos hasta que él estuvo fuera de mi alcance. Entré a la
habitación.
-¡Tanya! ¿Dónde
estabas?- me gritó Alice disgustada.
-Tranquila- le dije
levantando las manos en son de paz.
-¡Es tarde! Vamos a
vestirte- le sonreí y le dije que estaba bien. Trabajó increíblemente rápido,
maquillándome y peinándome.
Recogió mi cabello en
un semi recogido que dejaba caer mis rizos color fresa, dejando ver el escote
del vestido que había escogido. Era blanco, siempre me habían gustado las bodas
tradicionales, así que tenía que ser de ese color. El vestido era realmente
hermoso, largo hasta los pies, ceñido en mi cintura, con un escote profundo en
la parte de atrás que dejaba ver mi espalda.
-Te ves hermosa- me dijo
cuando había terminado, Bella, Rosalie, Esme y Renesmee entraron a la
habitación.
-¡Tanya!- me saludó
Ness, que corrió a abrazarme- ¡qué hermosa te ves!
-Gracias pequeña- le
dije, Bella y las demás también me saludaron y me dijeron lo hermosa que estaba,
si pudiera sonrojarme, seguramente el rubor no hubiera sido necesario.
Me pareció que tuve que
esperar una eternidad, pero solo fue una media hora mientras Alice y Jane
arreglaban los últimos detalles, estuve esperando detrás del altar todo ese
tiempo.
-Hola Tanya- me saludó
Jane- te ves muy bien.
-Gracias.
-Me alegra que mi
hermano al fin tenga a alguien con quien compartir su vida- empezó a decirme- y
me alegra aún más que esa mujer seas tú.
-Jane, no sé qué decir.
-No tienes que decir
nada, no suelo ser muy sentimental, así que es mejor que no me digas nada- dijo
y se echó a reír, solo asentí y supe que Jane sería una gran amiga y cuñada, se
fue después de devolverme la sonrisa.
El momento había
llegado y yo me sentía muy nerviosa, Carlisle se había ofrecido a llevarme
hasta el altar, siempre lo había considerado mi padre, así que acepte encantada
cuando me lo propuso.
-¿Estás lista?- me
preguntó, yo solo pude asentir.
Caminamos lentamente
hacia el altar. Alec ya estaba allí, tan hermoso e inmaculado como siempre,
vestía un traje que lo hacía ver aún más bello. Alrededor se encontraban todas
las personas importantes para mí. Mi clan, Carmen, Eleazar, Garret y Kate
estaban en primera fila, no pude evitar sentirme nostálgica por Irina, deseaba
tanto que estuviese en ese momento tan importante en mi vida.
Después se encontraba
el clan Cullen, mi segunda familia, y por supuesto mi nueva familia, los
Vulturi. No pude evitar ver a Aro, su mirada no me demostraba ni alegría ni
tristeza, tampoco enojo, realmente no supe qué pensaba.
También estaban algunos
vampiros que habían peleado junto a los Cullen en aquella época, aquello
parecía tan distante, que ni siquiera parecía que alguna vez los Vulturi y los
Cullen tuvieron problema alguno.
Llegamos al altar después
de unos segundos, Alec tomó mi mano y me susurró “te amo”. El padre comenzó la
ceremonia. Me pareció eterno, solo deseaba que llegara a la parte de “los
declaro marido y mujer”.
-Con este anillo-
empezó a decir Alec cuando llegamos a la parte de los votos- aquí, frente
nuestra familia y amigos, frente a ti, prometo cuidarte y amarte, protegerte y
velar por tu felicidad, puesto que en ti volví a vivir, en tus labios supe lo
hermosa que es la vida, prometo velar tus esperanzas, prometo ser tu apoyo en
las dificultades y nunca apartarme de tu lado, te amo mi Tanya.
No pude evitar
suspirar, este hombre me llenaba de amor a cada segundo, le sonreí como una
idiota, sin saber qué decir, tomé aire y le coloqué el anillo- Yo, Tanya
Denali, prometo amarte y cuidarte, serte fiel siempre, prometo hacerte feliz
todos los días de nuestra existencia, contigo aprendí lo que es amar de verdad,
contigo mi corazón ha vuelto a latir, te amo mi Alec.
Escuchaba los suspiros
y las risitas del público que teníamos como testigo, entonces el padre dijo la
tan ansiada frase “y los declaro, marido y mujer”, Alec me tomó de la cintura y
me acercó a él, me besó con pasión y mucho amor, lo abracé y nos sumimos en un
beso que parecía no tener fin, en el fondo escuchaba los aplausos y gritos de
felicidad de mi familia y nunca en la vida pude haberme sentido tan feliz.
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